La palabra gestión es actualmente una de las más utilizadas
cuando se trata de describir o analizar el funcionamiento de las escuelas.
En cualquier caso, la palabra gestión sugiere inmediatamente
actuación. Tiene siempre una dimensión dinámica y, además, necesita ser
acompañada de un referente, de una especificación que la complemente.
Por esa razón nos referimos o hablamos de gestión de
diferentes tipos:
• De recursos humanos.
• Administrativa.
• Del patrimonio.
• Del paisaje.
LA GESTIÓN COMO ACCIÓN
Y EFECTO DE LA ADMINISTRACIÓN MATERIAL DE LA ESCUELA
Bajo este enfoque se conciben como tareas gestoras,
únicamente las que tienen que ver con el ámbito administrativo, es decir, las
correspondientes a la economía, la documentación y la burocracia: registros,
archivo de documentos, certificaciones, inventarios, mantenimiento de la planta
física de la escuela, etcétera.
LA GESTIÓN COMO
CONJUNTO DE ACTUACIONES PROPIAS DE LA FUNCIÓN DIRECTIVA
Esta concepción interpreta la gestión como el conjunto
de acciones que se desarrollan en la escuela y se atribuyen a las personas que
desempeñan los cargos de órganos unipersonales de gobierno: dirección y
subdirección.
LA GESTIÓN COMO TAREA
QUE SE REALIZA POR ENCARGO
Tradicional y comúnmente se ha entendido la gestión
como un proceso que se desarrolla a partir de la iniciativa de alguien o de un
grupo, que define unos objetivos y encarga a otro u otros que los consigan,
proporcionándoles unos recursos determinados.
Digamos, antes de seguir más adelante, que entendemos
la gestión escolar como el conjunto de acciones orientadas hacia la consecución
de unos objetivos, que se desarrollan en las diversas áreas de actividad del
centro y en cuyo diseño y evaluación participan, en alguna medida, las personas
encargadas de implementarlas El modelo que presentamos para analizar la gestión de las
escuelas está compuesto por tres componentes:
• Los ámbitos son
las parcelas o áreas de intervención en las que pueden agruparse tareas de
naturaleza homogénea.
• Los agentes son
las personas e instituciones que intervienen o tienen la posibilidad (legal o
efectiva) de intervenir. A los agentes señalados en el cuadro anterior se
podría añadir, por ejemplo, la titularidad de la institución (la entidad que es
su propietaria), en el caso de las escuelas privadas.
• Las funciones
generales, que delimitan la intervención en el proceso gestor, a la vez
que constituyen etapas de ese mismo proceso.
El modelo permite identificar y delimitar el nivel de
participación que corresponde a cada agente, según los ámbitos propios de cada
situación y las funciones que le correspondan en cada caso. Puede ayudarnos también a analizar cómo y por
qué se desarrolla cualquier tipo de actuación en nuestros centros.
La participación de los miembros de la comunidad escolar en
la gestión y, especialmente, de los padres y madres del alumnado, es una
práctica sobradamente reconocida que se manifiesta en cualquier sociedad
democrática, ya que la constitución y pervivencia de ésta se fundamenta sobre
todo en el funcionamiento de los mecanismos de participación de los individuos
y de los grupos sociales.
Por otra parte, concebimos el centro escolar como un sistema
abierto, permeable y dependiente que desarrolla y cumple sus funciones, como ya
dijimos, condicionado por la interacción de los elementos internos y los del
entorno. Así pues, la intervención de otros miembros de la comunidad escolar,
además de los docentes, en los procesos gestores está suficientemente justificada
y no únicamente porque las leyes lo reconozcan explícitamente. A esa razón se
añade el hecho de que la complejidad de la gestión de la escuela reclama la
presencia numerosa de personas para que puedan colaborar, según sus capacidades
y competencias.
Los establecimientos escolares pueden promover procesos
participativos orientados
• Finalidad
educativa: mediante el ejercicio de la participación se pretende
preparar y capacitar a los miembros de la comunidad escolar y no solamente a
los alumnos, para la democracia, la autonomía y la libertad responsable.
• Finalidad gestora:
entendida como la contribución en las tareas de organización, funcionamiento y
gestión de la escuela.
• Finalidad de
colaboración en la toma de decisiones curriculares: se trata de ayudar a
que los docentes lleven a cabo procesos de toma de decisiones compartidas y pertinentes,
respecto a la planificación y desarrollo del currículo en la escuela.
• Finalidad de
control social: permite intervenir a los colectivos no profesionales de
la comunidad escolar en procesos de supervisión de la actividad general de la
escuela, en los aspectos administrativos y docentes.
• Finalidad de
interiorización del Proyecto Educativo Institucional: mediante el
ejercicio de la participación se contribuye a conocer y asumir los valores y
objetivos de la institución, a ayudar a
desarrollarlos y a aumentar la motivación y el sentimiento de pertenencia de
sus miembros.
La educación escolar es una tarea que los docentes realizan
por delegación de los padres y madres de sus alumnos. Al poner a sus hijos bajo
la tutela de los docentes las familias expresan un acto de confianza, ya que
hacen entrega de un ser muy querido con la esperanza de que le se le ayude a
desarrollar unas capacidades que ellos, por falta de preparación o de tiempo,
no son capaces de ejercer adecuadamente.
Para las escuelas y las personas que están comprometidas con
la mejora y con proyectos de innovación, la participación de las familias es
una consecuencia de los principios y convicciones que sustentan el modelo
escolar que propugnamos. Es decir, un modelo que asume como propios y está orientado
por los principios normativos de respeto, equidad, igualdad de oportunidades,
compensación de las desigualdades y transparencia, todos ellos estrechamente vinculados
a valores democráticos que, sin duda, defendemos. Sin
embargo, hay que tener en cuenta que es importante definir y delimitar antes
las funciones y las áreas de competencia en las que la familia puede participar