“La teoría clásica dice que el directivo organiza, coordina, planifica y controla: los hechos sugieren otras cosas” Mintzberg (1975: 49).
El
estudio de la dirección pocas veces se ha dirigido hacia un interés por
encontrar respuestas a la pregunta básica: ¿qué hacen realmente los directivos?
Sin una respuesta satisfactoria a esta cuestión, difícilmente se podrá entender
qué supone dirigir y mucho menos,
construir sistemas y métodos para ayudar a hacerlo mejor, revisando e innovando
las prácticas directivas
Mintzberg
(1975), en una aportación hoy ya clásica, hizo una descripción magistral y todavía
vigente de lo que denominó el folclore
(lo que se dice y se cree que los directores hacen) y los hechos, es decir, lo que los
directores hacen de verdad en su trabajo diario. A partir de un estudio sobre
la literatura, de la cual cita investigaciones sobre directores de todo tipo,
de organizaciones asimismo muy diferentes, realizadas mediante metodologías
diversas: observadores en la sombra, uso de diarios, grabaciones, etcétera y de
sus propias investigaciones con directores generales, concluye afirmando que “los resultados de estas investigaciones se
asemejan tanto a las palabras de Fayol como una pintura cubista a otra del Renacimiento”.
Es
importante precisar en este punto que las personas que desarrollan tareas
directivas gastan mucho de su tiempo llevando problemas de reunión en reunión.
Si
salimos un momento del ámbito de lo escolar podemos ver lo que nos sugieren los
trabajos de Kotter (1982). El investigador, observando durante varios meses a directores,
demostró que raramente tomaban decisiones siguiendo los esquemas y pautas
racionales. Las decisiones emergían de la avalancha, a veces confusa, de las
conversaciones, reuniones e informes. Los sistemas de información sofisticados
servían mucho más para saber lo que ya había pasado el mes precedente o el año
anterior que para saber qué es lo que había que hacer inmediatamente o al día siguiente.
Parece ser, pues, que las decisiones de las personas que desempeñan tareas
directivas se toman más por intuición, por sensaciones y corazonadas, que como
resultado de diagnósticos y análisis racionales. Por otra parte, la experiencia
o los éxitos y fracasos anteriores influyen también en aquellas decisiones.
A menudo
se nos dice: “la escuela debe funcionar como una empresa” o “hay que aprender
de las empresas e imitarlas”. Como consecuencia, frecuentemente nos empeñamos
en querer traspasar directamente, sin más matices, las soluciones y prácticas
de organización y de dirección de las instituciones no educativas a nuestras
prácticas escolares. Sin embargo ¿no deberíamos dejar también que las
organizaciones industriales y comerciales, las empresas, sigan aprendiendo de
las instituciones educativas? La expresión anterior tal vez pueda parecer algo
exagerada o confusa. Vamos a explicarnos algo más.
Resulta
sorprendente la insistencia en los mensajes que se reciben en las escuelas para
que se aprenda del mundo de la empresa, diferentes aspectos:
• Las
bondades y los beneficios de las organizaciones de estructuras flexibles (baja diferenciación jerárquica, movilidad
en los individuos, equipos mixtos de trabajo, etcétera).
• La
importancia de la evaluación continua de
los procesos y no sólo de los resultados, como parecen querer enseñar desde las
empresas, con lo de la calidad total.
• Las
ventajas y potencialidades de los enfoques
colaborativos o del control democrático.
Dentro de
este apartado encontramos dos tipos de tareas:
•
Internas: que reúnen aquellas conductas y tareas relativas a las relaciones que
se desarrollan dentro del marco de la institución educativa. Comprende las tareas
de relaciones humanas y de atención a las personas del equipo.
•
Externas: que se refieren a las tareas derivadas de las relaciones o redes de
relaciones que mantiene el directivo con otras personas o grupos ajenos a la
institución escolar. Se incluyen en este rol una gama de tareas que se refieren
a las actividades de intercambio. El directivo da algo con el fin de recibir
también, a cambio, algo que es considerado útil o satisfactorio para la
organización.
Como
hemos visto, excepto las organizaciones formadas por un número ínfimo de
personas, todas las demás necesitan establecer una diferenciación de roles y
funciones entre sus miembros, para desarrollar eficazmente las tareas que le
son propias. Así pues, parece imprescindible que en las escuelas existan unas
personas, a las que se denominan directivos, cuyos roles y funciones sean
diferentes a los de las personas que desarrollan tareas de enseñanza, de acción
tutorial, de apoyo psicopedagógico o labores administrativas.
Quienes
desempeñan esas tareas deben poseer alguna especialización que puede adquirirse
mediante procesos de formación, desarrollados de manera individual y autónoma,
o a través de la reflexión en común sobre sus prácticas con colegas miembros
del equipo directivo. Pero también se pueden obtener y mejorar mediante la
participación en planes y programas de formación previos al desempeño de la
función y en actividades de formación permanente, desarrolladas organizada y
sistemáticamente, en las que se defina expresamente el tipo de directivo que se
pretende formar.
Lo
importante es destacar que estas tareas de dirección no implican unas acciones
jerarquizadas o autoritarias por parte del director o del equipo directivo que
las llevan a cabo.
Bien
al contrario, para el buen funcionamiento de la institución escolar, la función
directiva consiste en motivar y coordinar diferentes acciones, consensuadas
entre todo el equipo docente.
Para
conseguirlo, hemos visto en el texto distintos mecanismos de poder que el
director puede utilizar, aunque los más recomendados son los que se conocen
como poder de experto y poder de oportunidad.
Por
último, destacar la variedad de funciones y de roles a los que debe hacer
frente en el día a día el director de escuela: desde representar a la escuela ante
organismos institucionales diversos hasta encontrar la llave perdida de un aula
y todo ello, mientras se motiva al resto del equipo docente para conseguir los
objetivos que la institución se ha propuesto
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